mientras la mente se desliza suavemente
por entre los recovecos de la memoria.
Las sensaciones no pueden ser descriptas,
ni las emociones explicadas.
Todo se funde, derrite y escurre
mas allá de mis manos.
El mundo son pantallas a mi alrededor,
al igual que las gentes y las historias.
Los cuerpos se han desvanecido.
Me despabilo entre errores y torpezas,
la voz se eleva hasta mis oídos,
ya no hay lágrimas.
Los destellos me entregan pequeñas señales,
extraños símbolos
y cotidianas mentiras.
Siguen parloteando a mi alrededor,
pero no los escucho.
La distancia me resguarda
mientras me deslizo entre mis manos.