Alguna vez yo

Alguna vez yo
Y con rulos

martes, 15 de febrero de 2011

Amor de dar

Me despertó el golpe en la puerta, con esa sensación de no saber donde estoy, de preguntarme que día y hora es.
Con esfuerzo me levante, seguía escuchando los pequeños golpes en la madera, como para llamarme la atención…
Observo mi entorno y lo que veo no me resulta totalmente conocido, es un hotel como otros hoteles en los que estuve, uno mas.
Por debajo de la puerta se asoma un pequeño sobre, pensé que podría ser el resumen de gastos, pero tome conciencia que aun me faltaban diez días para volver.
Los golpes en la puerta volvieron a sucederse, no eran fuertes; pero si persistentes.
Recogí el sobre y al abrirlo solo encontré un papel doblado, que contenía una sola palabra “Ágape”
Sin quitar mis ojos del papel extiendo mi mano para tomar el picaporte, escucho nuevamente el golpeteo y me doy cuenta que viene de la ventana que esta detrás de mi.
Al mirar veo colores que revolotean, que se agitan descontrolados por el viento…
Al acercarme veo un barrilete casi destrozado y en el medio un sobre pegado.

Entro el barrilete, tomo el sobre y encuentro una carta manuscrita, temblorosa, con el esfuerzo que pone quien intenta expresarse desde lo mas interno.

“Hola Señor
Mi mama siempre te nombra; pero nunca me dijo tu nombre.
Yo me llamo Tati, bueno Sebastián, pero mi mami me dice Tati….”
Leyó detenidamente esa carta, una carta simple, sencilla; pero con un contenido mas grande que el universo y mas extenso que la eternidad.
No podía contener las lágrimas, no había dolor en la carta, no hablaba de problemas ni de drama, solo hablaba de Amor, de ese Amor incondicional, de la belleza de la entrega, del abrazo.

Solo tenía dos papeles en las manos, pero sintí que tenía mucho mas que eso, era toda su vida, la vida misma.

Volví a mirar la habitación del hotel y la sentí fría, lejana, vacía.
Me di cuenta que no estaba allí, que esa sensación se había repetido una y otra vez hasta sentir ese frío intenso, ese vacío.
Cuando volví a mi ciudad pase por una librería y en mi casa armé un hermoso barrilete lleno de colores, con una cola muy larga.
En el medio coloque un sobre y dentro de el una carta que comenzaba
“Hola Señor…”
Mi casa es cálida, llena de abrazos y si alguna vez vuelvo a viajar, no será igual que antes.
En mi bolsillo llevo un papel que dice “Ágape”

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